José llegó a Shelter City desde la costa caribe norte de Nicaragua. Allí trabaja en la organización Centro por la Justicia y los Derechos Humanos de la Costa Atlántica de Nicaragua (CEJUDHCAN), en la que acompaña a la población indígena que busca recuperar las tierras que por justicia les pertenecen.
Actores externos a las comunidades indígenas, invasores, han ocupado por años ilegalmente sus tierras. Ahora luchan por recuperarlas al amparo de una ley, la Ley 445, aprobada en 2003 como respuesta a la sentencia emitida por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso Awas Tingni Vs. el Estado de Nicaragua. La ley obliga al Estado a demarcar y titular las tierras que ancestralmente han pertenecido a los pueblos indígenas, para de este modo restituírselas. Sin embargo, en los últimos años han aumentado significativamente las invasiones ante la inacción del Estado.
Se llegó hasta un punto de venir a despojar de las parcelas a los comunitarios, a impedir el paso cuando iban a hacer sus actividades tradicionales como caza, pesca, aprovechamiento de un árbol. Ya las personas que no son del territorio y no son indígenas amenazaban a los dueños del territorio. Con armas le decían “no pases por aquí porque es mi propiedad, es propiedad privada”, algo que los indígenas no entienden, porque trabajan la tierra colectivamente.
En este contexto, desde CEJUDHCAN José ha trabajado en exigir al Estado el cumplimiento de la ley y el cese del despojo a las tierras ancestrales de los pueblos indígenas, así como el cese de la deforestación. Además, ha impulsado un proceso de empoderamiento con líderes comunitarios y personas jóvenes. Sin embargo, los invasores emplean la violencia para alcanzar sus fines y en los últimos años esta violencia contra quienes defienden sus tierras ha aumentado, llegando incluso a manifestaciones extremas como el asesinato.
En 2015 es que la violencia se dispara (…) ya hubo personas muertas, desplazadas, comunidades enteras quemadas, sus cosechas o plantaciones destruidas, y teníamos que hacer acciones como organización.
En esta grave situación José y su organización también están en el punto de mira de los invasores. Por eso, consideraron que Shelter City podía ser una opción para él.
Todo ese contexto (…) no era fácil para los defensores que estábamos trabajando. Las amenazas que estaban recibiendo los comunitarios se trasladaron a personas que estábamos intentando visibilizar la situación a nivel nacional e internacional. Ahí vinieron las amenazas al personal de la organización, y también a mi persona.
(En Shelter City) uno puede salir un poco de la rutina estresante, amenazante, que estamos viviendo, y pensar bien las cosas, qué estamos haciendo mal, qué estamos haciendo bien, qué se puede mejorar, y como joven si tengo algunas capacidades que quiero fortalecer existe esa posibilidad también.
José nos comparte además que su paso por Shelter City también fue importante para su familia, que en varias ocasiones le había pedido que buscara opciones para alejarse temporalmente del conflicto.
Desde que yo recibí amenazas, a cada rato me decía (su madre) que me salga de la organización, que yo soy el mayor de los hijos, y que yo tengo que llevarla a ella a su tumba, y no ella a mí. Fue muy fuerte. A este programa ella lo miró con satisfacción, dijo “por fin vas a salir un rato de toda esta situación, y yo también voy a estar más tranquila, espero que allá aprendas cosas nuevas”.
Según cifras de Front Line Defenders en 2017 3 personas defensoras de derechos humanos fueron asesinadas en Nicaragua. Además, esta situación se ha agravado en los últimos meses debido a la fuerte represión que se vive en ese país desde abril de 2018.
Agradecemos a José haber compartido con Shelter City su historia y la historia de las personas indígenas del caribe norte de Nicaragua. También agradecemos haber podido acompañar el proceso para fortalecer las estrategias de seguridad en el difícil contexto en el que trabajan.